31 Ene Food Porn in Morocco
Salam Alekum!
He pasado una semana inolvidable en Marrakech y voy a hacer una serie de posts que no te puedes perder. Como bien dicen, es una ciudad de bellezas ocultas y las voy a ir revelando una a una. No todas, pero las suficientes como para que te den ganas de ir y las descubras por ti misma, si no lo has hecho ya. La primera es… ¡la comida! ¿Qué he comido estos días? ¿Se puede comer healthy y vegetariano en Marruecos? Bah oui! He recogido los sitios que más me han gustado para ti. Tengo que decir que lo que más me ha gustado es lo abrumadora que puede llegar a ser la explosión de olores y colores, junto con la sobreabundancia de especias, (aunque a veces parece que todo sabe igual y ya no distingues qué estás comiendo). Es una mezcla tan particular e intensa que sólo puedes disfrutar en cuanto te relajas, (y eso suele suceder después de pasar por el Hammam, cosa que veremos en el post que dedicaré a la Healthy Beauty), aceptas todo lo habido y por haber y te entregas al fluir de la vida, a los sentidos, ¡y al verdadero placer! Porque no te puedes ir de Marrakech sin haber sentido ese alimento primario tan arrollador como es la alegría pura, en esencia, sin pulir.
Ready?
Mi SuperKaliDiario de Food Porn in Morocco:
1. Riad Bahja. Té a la menta, placer de bienvenida. La primera cosa que probamos en nuestra llegada triunfal, en mitad de la lluvia, el barro y los olores de carne y fruta en descomposición fue el delicioso té marroquí del Riad. Lo pedimos con muy poquito azúcar. Shukran! Mmm! El Riad es precioso y conserva lo tradicional, con acogida muy calurosa (a pesar del frío invernal) por parte del personal autóctono de la ciudad. Nos contaron muchos trucos, palabras y cosas esenciales nada más llegar. Lo que menos nos convenció fue que las condiciones básicas eran un poquito escasas debido a la temporada baja y las ínfimas temperaturas. Hacía un frío de la muerte, la bañera no funcionaba bien, casi no había papel de wc ni jabón… Pero eran muy amables y hospitalarios y seguro que en verano o primavera la cosa cambia. Cada mañana nos daban un desayuno continental a base de zumo de naranja, café, croissants, fruta, crêpes, mermeladas, iogures y tortillas. Los cuatro últimos no entraron en mi dieta, jeje. C’est trop! Pero las divinas Neráidas, las mejores compañeras de viaje y risas du monde, os podrán contar lo maravillosas que estaban.
2. Amal Women’s Training Center & Moroccan Restaurant. Este lugar nos dejó fascinadas, verdaderamente una joya escondida en mitad de la parte nueva de la ciudad, en una zona residencial bastante tranquila. Un lugar de mujeres con un proyecto muy bonito en contenido y forma, con un restaurante exquisito y un servicio y ambiente top. Con gatos, ¡cómo no! Comimos cous cous de verduras y tomamos té. Me encantó la cebolla caramelizada que había por encima. (Las raciones realmente son enormes). Mmm! Y un coulant de chocolate de postre, delicioso. No tengo foto. ¡Pecado! ¡Ah! Y en este lugar una mujer francesa me preguntó por el número exacto del tinte de pelo que llevaba y me acordé de vosotros, Isaac Salido, mi pelu preferida de Madrid. 😀
3. Dar Mimoun. Oasis, palacio palacete, tajine bereber. Este bello restaurante lo conocí gracias a una de vosotras, que me escribió en el Instagram. Thanks so much! Como en casi todos los lugares nos pasó que nos encontramos solas ante el peligro, un palacio entero para nosotras y tapadas hasta arriba con guantes y bufanda, imaginando cómo estaría de lleno y de calor en otra temporada. La tajine bereber (a base de verduras) estaba ardientemente rica. El servicio, un poco… ¡lento! Las pastitas marroquís… Mmm!
4. Café Chez ZaZa, terraza en las alturas cerca de la plaza Jemaa El-Fna. ¡Allí probamos cosas nuevas! Pastilla vegetariana (¿eing?, es esto de aquí abajo, una croqueta gigante de verduras) y Pampkin Soup (crema de calabaza). Ñam ñam! Muy simpáticos, lugar precioso, para quedarse charlando hasta las tantas.
5. Place Jemaa El-Fna, ¡puesto número 30! ¡Palabra! Palabra es lo que nos hacían decir para que volviéramos al puesto. Elegimos este por la cautivadora campaña de marketing del responsable de cazar clientes. Después de un «Mi arma», un «Maribel», un «Más barato que en Ryanair», el «Dos años de garantía sin diarrea» fue el que nos enamoró definitivamente. Comer en uno de estos puestecitos callejeros es indispensable si visitas Marrakech. Comimos la clásica sopa marroquí con verduras, garbanzos, lentejas, fideos, etc. No teníamos cuerpo para más, después del abundante desayuno diario en el Riad, los tés en bucle a los que fuimos invitadas, las pastas polvoroniles, las tajines eternas del día antes y el día después, los zumos de naranja y granada, las especias en la nariz, los vahos de eucalipto y los aromas persistentes del aceite de argán bajo sus mil formas. Una sopa y un pan de pita, c’est tout. Délicieux.
6. Roti D’Or & Café Bakchich. Roti D’Or, otro lugar en el que nos quedamos charlando hasta el infinito pero a los que no les hizo tanta gracia. Jeje, sorry. Aquí tenían comida no tan tradicional, bastante para turistas, para todos los gustos, cuki y riqui. Encontramos ¡veggie burguer! Con patatas fritas, salsas raras y thé à la mente. El agua siempre embotellada, eso ya lo sabéis. So good. 🙂 ¡Ah! Y delante había un restaurante africano que me quedé con ganas de probar. No recuerdo el nombre. Calle Kennaria, también alrededores de la plaza d’El-Fna. Por la misma zona también está el Café Bakchich, con tajine tradicional y cous cous, ensaladas (nos encantó la ensalada de aguacate), pan de pita y una bebida con gas de manzana muy rara. ¡Súper simpáticos! Like.
7. Café Kessabine & Chez Yassine, suenan bien juntos pero no tienen nada que ver. También tomamos un té a la menta con el azúcar a parte (no, no teníamos suficiente con todas las dosis que habíamos tomado a lo largo del día) en Café Kessabine, por la misma zona, ¡ah! y en Café des Épices otro lugar muy cool, tan contemporáneo que hasta tenían ¡Green Juices! Sí, cambié el té por el zumo verde, casi me desmayo, pero las Neráidas tomaron un té muy bueno y diferente. Ya sabes, si vas a Marrakech y tienes mono de zumo verde, ve allí. Y muy cerca del Riad Bahja y la zona del Bab Doukkala por dónde nos hallábamos encontramos Chez Yassine, una taberna muy acogedora en la que pudimos comer… ¡pizza! Jeje, pecado final. Such a good pizza, lugar atemporal, tranquilo, con música jazz. Que nos volvimos a olvidar de dónde estábamos, vaya. Ese día llegamos a la conclusión de que el lugar en el que nos encontramos, es lo de menos. Que todos los lugares son el mismo lugar. Estés donde estés, en Marrakech, en París o en Barcelona. Los lugares los crean las personas y el hogar está dentro de nosotros. Por eso, aquella habitación rosa de palacio, fue mi casa. Como dijo el hombre del Riad al entregarnos las llaves: «Aquí tenéis las llaves de vuestra casa en Marrakech.»
P.D. ¡Ah! Y también nos pasó algo muy curioso con el presunto restaurante vegetariano Earth Café. El día en que íbamos de camino al Dar Mimoun lo vimos por casualidad y dijimos, «¡restaurante vegetariano!, mañana volvemos». Al día siguiente tratamos de encontrarlo pero fue un espejismo, nos pasamos una hora dando vueltas por las mismas calles una y otra vez, sin dar con él. Lost in Translation. Y al día siguiente volvimos a ver carteles, indicaciones y flechas verdes con las letras que gritaban, «Earth Café», «Earth Café». Pero el «Earth Café» no dijo ni mu. No se dignó a aparecer. Bien, conclusión, una de las razones para volver.
Insha’Allah!
En fin, mujer sabia, loca, salvaje y consciente, espero que te haya gustado, divertido, hecho entrar el apetito y dado ganas de ir a descubrir estos lugares mágicos. Porque una cosa que tiene Marrakech, es que cuando sales de casa, nunca sabes lo que te va a pasar. ¡Cada día es una sorpresa! Y eso, me encanta. (Y con extra de Food Porn, más).
Kiss,
A.
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